Por los guantes de Marchesín y los botines de Valeri, Lanús ganó un partido chivo ante el Rojo y, mientras goza el ingreso a la Sudamericana, sigue a uno de Vélez.
No es un señor equipo Lanús. De hecho, aún parece estar en formación, digiriendo la bajada de línea de Schurrer finde a finde, buscando más lubricación. El campeón del 2007 era otra cosa, es cierto.
¿Y? Lanús sopapeó a Tigre y a Huracán, sendos 3-0 con chiches y serpentinas, y embalado con un invicto de diez partidos y sus rivales directos tironeándose los puntos acampó su ilusión en Avellaneda. Y no jugó a lo campeón, pero sigue siendo el único, amén de Vélez, que podrá serlo. De las recientes actuaciones superlativas, sólo mantuvo a ese Valeri de Selección. Y sumó a Marchesín: si sacarle un mano a mano a Maxi Velázquez o a Vélez no es algo como para decir guauuu, el cabezazo que le sacó a Silvera al final del partido resultó una atajada tremenda, descomunal.
Pero no por mero capricho del destino se erosionó los guantes Marchesín. Independiente exigió seguido al arquero. Porque Independiente, este Independiente bipolar, campeón de la Sudamericana y cola en el Apertura 2010, animador de la Promoción y tardío aspirante al título en este histérico torneo, ayer mereció al menos una fecha más de ilusión. Porque fue, buscó, insistió, con sus limitaciones y carencias ya crónicas, con algún rapto de inspiración, incluso se vio cierto toqueteo y una gran jugada preparada, pero siempre apichonándose una vez que tenía el arco en las narices. Ni por las tapas el Rojo no debió irse 0-1 en el primer tiempo, y tampoco 1-2 sudados los 90 minutos. Si hubo un equipo que invirtió en los tres puntos, ése fue el de Mohamed. Lanús fue tan avaro, especulador, poco generoso con el espectador imparcial... como vivo, paciente, frío, concentrado y efectivo, básicamente contundente, teniendo en cuenta que, por ejemplo, el único que pateó al arco en el primer tiempo fue Valeri (y fue gol). Atributos, sin embargo, suficientes para ganar un certamen con el bidón de agua en el techo, con la atención puesta en quién zafa del descenso y la Promo antes que en conocer quién sumará un laurel más en sus vitrinas. Y que dejaría un gusto injusto si no lo ganara Vélez.
No es un señor equipo Lanús. De hecho, aún parece estar en formación, digiriendo la bajada de línea de Schurrer finde a finde, buscando más lubricación. El campeón del 2007 era otra cosa, es cierto.
¿Y? Lanús sopapeó a Tigre y a Huracán, sendos 3-0 con chiches y serpentinas, y embalado con un invicto de diez partidos y sus rivales directos tironeándose los puntos acampó su ilusión en Avellaneda. Y no jugó a lo campeón, pero sigue siendo el único, amén de Vélez, que podrá serlo. De las recientes actuaciones superlativas, sólo mantuvo a ese Valeri de Selección. Y sumó a Marchesín: si sacarle un mano a mano a Maxi Velázquez o a Vélez no es algo como para decir guauuu, el cabezazo que le sacó a Silvera al final del partido resultó una atajada tremenda, descomunal.
Pero no por mero capricho del destino se erosionó los guantes Marchesín. Independiente exigió seguido al arquero. Porque Independiente, este Independiente bipolar, campeón de la Sudamericana y cola en el Apertura 2010, animador de la Promoción y tardío aspirante al título en este histérico torneo, ayer mereció al menos una fecha más de ilusión. Porque fue, buscó, insistió, con sus limitaciones y carencias ya crónicas, con algún rapto de inspiración, incluso se vio cierto toqueteo y una gran jugada preparada, pero siempre apichonándose una vez que tenía el arco en las narices. Ni por las tapas el Rojo no debió irse 0-1 en el primer tiempo, y tampoco 1-2 sudados los 90 minutos. Si hubo un equipo que invirtió en los tres puntos, ése fue el de Mohamed. Lanús fue tan avaro, especulador, poco generoso con el espectador imparcial... como vivo, paciente, frío, concentrado y efectivo, básicamente contundente, teniendo en cuenta que, por ejemplo, el único que pateó al arco en el primer tiempo fue Valeri (y fue gol). Atributos, sin embargo, suficientes para ganar un certamen con el bidón de agua en el techo, con la atención puesta en quién zafa del descenso y la Promo antes que en conocer quién sumará un laurel más en sus vitrinas. Y que dejaría un gusto injusto si no lo ganara Vélez.
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